Por Joshua Harmon
Detalle de la edición # 13 pintura, Intercambio, por Roy Villalobos
traducción de Adrian Izquierdo
Eso es Scoop Dog ¿cierto?: Allen (44), Dylan (18), Baxter (14)
El peor de los muchos intentos fallidos de Allen por charlar con sus hijos tras una larga noche preparando causas judiciales (véase ¿Y a qué se parecen los MP3?). En vez de decirles a Dylan y Baxter que tenían que irse a la cama, Allen se sentó en el brazo del sofá donde estaban tirados y, rozándole cabeza con la mano, se acercó a su hijo mayor para adivinar qué vídeo musical estaban mirando. Burlándose de la monótona voz de su padre cuando preguntó ese disparate, los adolescentes —y en ocasiones Sharon— lo imitaban cada vez que no se sabían el nombre de una serie televisiva o una canción.
El escondite secreto: Baxter (13)
Al sacar la cama plegable del sofá, el espacio vacío que se abría en el interior pasaba a ser el escenario de diversos acontecimientos de la familia Ketchum que nunca hubieran sido posible fuera de esos confines (véase Ligar lenguas). En el 2002, cuando Deb, hermana de Sharon, vino a visitarlos, Baxter se infiltró en el Escondite secreto con el plan de asustarla mientras dormía. Sepultado en ese espacio cerrado, pronto se dejó arrastrar por el compás de los ronquidos y las prolongadas pausas entre una y otra inhalación; quedó tan hipnotizado que logró simularlos hasta que le parecieron naturales. Con la cara pegada a la acolchada alfombra toda la noche se convenció de que el uno le orquestaba la respiración al otro. Cuatro días más tarde, cuando Deb murió en un accidente automovilístico, Baxter reptó hasta el Escondite secre to para resucitar a su tía. Comprimía las costillas y vomitaba aire entre sollozos hasta que la cabeza le daba vueltas y veía fulgurar unas estrellitas plateadas a su alrededor (véase Los destellos de Deb), costumbre que, después de su muerte, repitió todas las noches por varias semanas.
La educación sexual: Dylan (16), Clay (9)
A través de una tablilla rota del closet del salón, Clay intentaba adivinar los movimientos de su hermano y los chirridos amortiguados del sofá mientras aprendía que para conseguir a una chica se necesitaba: 1. Robar unas latas de mojito del frigo del garaje 2. Poner el álbum The Bends de los roqueros Radiohead 3. Decir que te ibas a mudar a Berlín porque te entenderían mejor allí 4. Tener a mano una camiseta para los derrames accidentales.
El museo del Calzado:
Con Allen a cargo de la exposición, el Museo del Calzado subsistía gracias a las donaciones diarias de los tres chicos de la familia Ketchum. Situado alrededor del sofá familiar y obstruyendo el pasillo, entre las piezas principales de las exposiciones itinerantes sobresalían un conjunto de “Botas y zapatos de tenis”, la serie “La década deportiva: zapatos con tacos para el beisbol y fútbol” y una colección de “Sandalias”. Las horas de mayor aglomeración del museo eran cuando Allen llegaba del trabajo y amenazaba con lanzar a la basura la nutrida colección si los chicos no la recogían antes de irse a la cama.
Universidad de Southern Maryland: Sharon (47)
Como había dejado la universidad en el segundo año para irse con Allen a Connecticut cuando empezó Derecho, Sharon decidió matricularse en un curso en línea de Administración de Empresas con una amiga. Esta lo dejó enseguida pensando que volver a los libros iba a ser beber y cantar, pero Sharon se lució sacando las mejores notas. Contaba con Clay para acceder al aula virtual y estudiaba en el sofá familiar mientras acariciaba a Elihu, el perro callejero de la familia, preparaba la cena y miraba un programa de telerrealidad. El título que logró sacar con esfuerzo fue a parar, junto con el de los chicos, tirado en el closet de desahogo detrás del sofá (véase El closet de los títulos).
El espaciador de hombros: Dylan (22), Baxter (18)
Para ahogar todo despliegue emocional o muestra de debilidad, en el 2008 los hermanos Ketchum decidieron comunicarse únicamente por medio una escala de gestos con los hombros sin abrir la boca (véase El Año de los encogimientos de hombros). Enterrados en el sofá, encogían los hombros para decirse “cambia el canal”, “no te muevas” o “¿y mamá llorando otra vez?”. Cuando se escribían por mensajería instantánea, Dylan y Baxter descubrieron que la mejor manera de hablar sin hablar era apretando la barra espaciadora sin soltarla hasta que las laptops rechinaran con una estridente alarma que reflejaba su estado emocional a la perfección.
El Portavoz oficial del sofá: Allen (39), Dylan (11)
Cuando Dylan perdió las elecciones de presidente de aula en sexto grado, Allen salió temprano del trabajo para consolar a su hijo mayor, que decidió arrancar los carteles de la campaña que habían hecho juntos. Le secó las lágrimas al chico y lo designó como Portavoz oficial del sofá, cargo que, según le certificó con un guiño, tenía más rango que el de presidente de aula. En una enmienda a la Constitución de la Familia Ketchum, Allen detalló que las funciones de Dylan consistían en “informar sobre los asuntos del electorado del primer piso de la familia Ketchum”. También compró una camiseta naranja con el rótulo de Portavoz para el chico y otra para él con el de Escucha (véase La educación sexual, camiseta para derrames accidentales). Todos los miércoles, en el sofá familiar, ambos se ponían al día sobre los asuntos de la asamblea hasta que casi dos años después Dylan consiguió su primera novia de verdad.
La fulana de San Bartolomé:
El sobrenombre que Sharon le dio a Mia Wong.
Sinopsis del viaje a San Bartolomé: Sharon (47), Dylan (22), Baxter (18) Clay (14)
En el invierno de 2007, Sharon reunió a los chicos Ketchum y a Elihu en el sofá familiar para explicarles que Allen no estaba, como le había dicho a la familia, investigando un caso en Raleigh: se había ido a San Bartolomé con Mia, la becaria de la firma del verano anterior. Después de la sinopsis del viaje, Sharon presentó la demanda de divorcio y Allen se fue a vivir con Mia. A partir de entonces las alusiones a Allen fueron pasando con cierta vacilación de “papá” a “su padre”. Como no quería dormir en la habitación que había compartido con él, se mudó a la cama plegable del sofá y guardaba la ropa —y al menos una botella de vino barato— en el Escondite secreto.
Manchas, sangre: Baxter (14)
Con el cuchillo para vegetales marca Ginsu del muestrario que Dylan vendía puerta a puerta durante un receso de verano, Baxter se talló el nombre de COBAIN en el muslo con letras dentadas. La sangre que se deslizó por la pierna lechosa fue a parar al cojín del medio del sofá, que él luego volteó para esconder la mancha. Le juró a Sharon que era de gelatina y convenció a Clay de que provenía de su menstruación masculina.
La medida de La guerra de las galaxias: Allen (37), Dylan (10), Baxter (6), Clay (3)
Durante una de las incontables tardes de fin de semana que pasaban mirando la trilogía de La guerra de la galaxias grabada de la tele, Allen se dio cuenta de que el nuevo sofá lo acomodada a él y a sus tres hijos a la perfección. Pese al aire acondicionado roto, los bronceados chicos se enredaban y apretujaban alegres en el sofá, Dylan clasificando sus caramelos de Skittles por colores, Baxter imitando a Darth Vader y las mechas doradas del corte de casquete de Clay engomándosele con el sudor de la frente. Allen tuvo la funesta sensación —que le produjo un electrizante escalofrío— de que escenas como esas no se repetirían jamás. En un intento desesperado por eternizarla, bautizó la medida del largo del sofá como AllenDylanBaxterClay. En los viajes de verano siguientes, comprobaba la matemática de los chicos preguntándoles la distancia en ADBCs que había hasta la playa o la frontera estatal.
Propietario legítimo: Allen (52), Dylan (25)
En el 2010, Allen fue a reclamar el sofá familiar que Dylan se había llevado a su apartamento de la Facultad de Derecho. Amparándose en las cláusulas de la Constitución de la Familia Ketchum, Dylan se defendió arguyendo que al haber traicionado a su madre y abandonado a los chicos para pavonearse con una lolita, quedaban nulo y sin efecto sus derechos al sofá y a todo lo que perteneciera a la familia. Con la mirada fija en su padre desde el umbral, Dylan entrevió el terremoto que se acercaba. Allen lo amenazó, si no le devolvía el sofá, con cancelar la mitad de la matrícula que le correspondía pagar. Dylan le lanzó un puñetazo en el ojo y en medio de la pelea, Terry, la novia de Dylan, salió con la nariz llena de sangre (véase El Capítulo más incómodo de la Historia de la familia Ketchum).
El tanga de la madrastra: Allen (52), Mia (26), Clay (17)
A cambio de 50 dólares por un ochavo de marihuana, Carter, amigo de Clay, aceptó uno de los tangas de Mia. Después de tragarse la cena en el condominio que su padre compartía con ella, Clay salió disparado a hurgar en la cómoda, metió la mano el cajón superior y manoseó el suave tejido de la entrepierna de las bragas de Mia. Se la imaginó abriendo las piernas y dándoselas una a una por debajo de la mesa, los coloridos tangas amontonándose en su entremuslo, mientras ella, casi desnuda, lo miraba cada vez con más intensidad; Allen, concentrado en su plato de espagueti, no se daba cuenta de nada. Clay volvió a la realidad y agarró un tanga rojo para el pago pero tuvo que clavarlo entre los cojines del sofá familiar cuando Mia regresó de la cocina. Allen lo condujo a casa antes de que pudiera transferir el tanga a su mochila, y Mia —que vio cuando lo enterraba en el sofá— se lo ponía cada vez que Clay los visitaba, cuidando siempre de dejar fuera de los jeans un asomo del encaje rojo.
Chicos de barrios residenciales no estornudan en pañuelos de papel: Baxter (16)
Nombre del grupo de punk más duradero de todos los que inventó Baxter cuando se quedaba en el sofá hasta tarde en la noche (véase Panza de oso, A gozar el rock and sol). Baxter, cantante/ guitarrista/ bajista principal, creaba esos grupos en su imaginación para, llegado el momento de las audiciones, poder desquitárselas con sus compañeros de clase negándoles la entrada. Aunque nunca compuso ninguna canción, las cubiertas de los álbumes que sobrevivieron revelaban las iniciales del grupo salpicadas de sangre y la figura de un Baxter musculoso que lanzaba espadas a unas chicas tetonas.
Pedos verdugos: Dylan
Forma de tortura inventada por Dylan a finales de los 90 (véase La máquina pateadora), que consistía en inmovilizar a la víctima y cubrirla con dos cojines del sofá colocados en forma de triángulo para imitar una choza indígena de las Grandes Llanuras. Lanzando un grito de guerra indio, se tiraba un pedo en la boca de la choza y la víctima se lo tragaba entero. Los pedos verdugos desparecieron de manera abrupta en el otoño de 2001, cuando en uno de sus intentos, Dylan se cagó en los pantalones.
La teoría de las posiciones: Clay (14)
Formulada por Clay en los meses que siguieron a la Sinopsis del viaje a San Bartolomé, la Teoría de las posiciones (conocida como Aniquilación marital interespecies) postulaba que los chicos Ketchum y su perro destruirían todo matrimonio si alineaban de la siguiente manera en el sofá: Baxter sentado en los cojines, encima del colchón plegable, con una pierna en la mesa de centro y la otra debajo de las nalgas; Clay en el cojín del medio con las piernas cruzadas; Elihu en el cojín de al lado, lamiendo por turnos su entrepierna y el muslo de Clay; y Dylan con el torso desnudo tirado sobre el brazo derecho del sofá rascándose el cráneo con un trozo del palillo de dientes con que limpiaba los correctores dentales. Aunque al principio le pareciera prometedora como teoría, Clay dejó de lado esta investigación para dedicarse a la Teoría de las posiciones opuestas.
A treinta millones de distancia: Baxter (18)
Días antes de la graduación de secundaria, Allen llamó a Baxter para explicarle lo mucho que a él y Mia les encantaría ir a la ceremonia pero que igual entendería si aún necesitaba un poco de espacio. Rompiendo el marcado mutismo que caracterizó el Año de los encogimientos de hombros, Baxter le gritó por teléfono que quería que se mantuviera a “treinta millones de ADBCs” para siempre.
Cansada de esos recuerdos: Allen (53), Mia (27)
Escudándose con que tenía “baches” o que era “color rata”, lo que de verdad impulsó a Mia a deshacerse del sofá de la familia Ketchum era el odio a todo lo que diera asiento a los recuerdos del pasado de Allen. Este puso el sofá en Craigslist y se sentó en el gastado cojín del medio, que escupió un puñado de pelos de Elihu. Dándole vueltas a la áspera bola de pelos entre los dedos, Allen se acordó de lo mucho que los chicos detestaban pasarle la aspiradora al sofá. El perro soltaba tanto pelo que decían en broma que un día acabaría fundiéndose con el sofá de los Ketchum igual que Yoda se había esfumado al morir. Alzando los cojines, Allen recogió los pelos de Elihu que quedaban y los guardó en el cajón superior de la cómoda.
Ligar lenguas: Dylan (10), Baxter (6)
En 1995, durante una de las obsesivas fases de juego en que a Dylan le dio por construir castillos, convenció a Baxter de que tenían que ligar lenguas para que los ninjas asesinos no destruyeran los muros de almohadas y cobijas. Nunca más se habló de aquella lenta y salivosa aproximación hasta que Baxter salió del closet a los 19 años y Dylan le preguntó a su hermano si era gay por su culpa. Baxter le respondió que aquel beso quizá había sido el peor incentivo para ser gay que alguien pudiera haber recibido. Preocupado por su tambaleante heterosexualidad, Dylan le propuso matrimonio a la novia que tenía en la universidad y esta lo rechazó. El recuerdo de la cálida sensación de la lengua larga y triangulada de su hermano lo acosó todo el semestre. Comer fresas, en particular, llegó a ser algo inquietante.
Martes de Tacos:
A principios de los 90, los Ketchum instauraron un rito familiar que consistía en esperar a que Allen llegara del trabajo para cenar en familia una vez a la semana. Todos ayudaban a preparar la cena y luego se sentaban en el sofá a comer y mirar Mejorando la casa en la tele. Durante casi todos esos años, nunca faltaron a esa costumbre a pesar de las obligaciones laborales, deportivas o escolares de cada cual. Después de superar obstáculos como la anulación de la serie televisiva, algunos brotes esporádicos de vegetarianismo y la partida de los dos mayores para la universidad, Sharon confiaba en que la arraigada tradición subsistiría tras la Sinopsis del viaje a San Bartolomé. Una vez que los tres chicos se mudaron de casa, Sharon continuó respetando la costumbre en Chipotle —sola.
Este historia aparezco en MAKE #13, “Exchange/Intercambio.”
Alex Koplow es de Virginia y enseña en el Centro de Escritura 826LA de Los Angeles. Sus cuentos han sido publicados o saldrán próximamente en Monkeybicycle, JMWW, decomP, Metazen, y Spork Press. Para más detalles sobre el autor, visite el sitio alexkoplow.com.
Adrian Izquierdo enseña Traducción en el Department of Romance Languages de Hunter College desde el año 2009. Es graduado de la Universidad de Cergy-Pontoise, Francia, y del Graduate Center, Nueva York. Sus áreas de investigación son la literatura renacentista franco-española, la traducción en el Renacimiento europeo y los Estudios de Traducción.
click to see who
MAKE Magazine Publisher MAKE Literary Productions Managing Editor Chamandeep Bains Assistant Managing Editor and Web Editor Kenneth Guay Fiction Editor Kamilah Foreman Nonfiction Editor Jessica Anne Poetry Editor Joel Craig Intercambio Poetry Editor Daniel Borzutzky Intercambio Prose Editor Brenda Lozano Latin American Art Portfolio Editor Alejandro Almanza Pereda Reviews Editor Mark Molloy Portfolio Art Editor Sarah Kramer Creative Director Joshua Hauth, Hauthwares Webmaster Johnathan Crawford Proofreader/Copy Editor Sarah Kramer Associate Fiction Editors LC Fiore, Jim Kourlas, Kerstin Schaars Contributing Editors Kyle Beachy, Steffi Drewes, Katie Geha, Kathleen Rooney Social Media Coordinator Jennifer De Poorter
MAKE Literary Productions, NFP Co-directors, Sarah Dodson and Joel Craig